La caricatura política
surge en los periódicos a partir de 1821, y
se encargaba de decir lo que los
rumores esparcían, lo que pensaba la gente pero no lo externaba abiertamente, aquello que decían los volantes
de dudosa credibilidad. Los periódicos estaban
dispuestos a criticar casi todas las acciones del gobierno, para éste
momento ya se ocupaba un lenguaje popular y dicharachero
que hacía fácil el cumplimiento de la
necesidad de rápida lectura
y comprensión, incluso para aquellos que
no sabían leer.
Fue el italiano Claudio Linati
-quien también fue el que introdujo la litografía al país, y que había sido
expulsado de su país por sus ideas progresistas- quien realizó la primera
caricatura de sátira política publicada en México, en 1826. Un año antes había
llegado al país, perseguido por sus ideas, aquí simpatizó con la República y
atacó a la monarquía, fundó el periódico El Iris en donde publicó el cartón La
Tiranía, en donde un tirano pisa los derechos del hombre, un diablo encarna la
superstición y un fraile al fanatismo.
Durante el periodo de presidente civiles como Juarez y Lerdo de Tejada la tolerancia hacia los dibujantes y periodistas fue mantenida, pero más tarde vino la dictadura de Porfirio Díaz y ahora sí, agárrense los que puedan, pues la represión fue llevada a los extremos. Varios periódicos fueron cerrados o multados por miles de pesos. Dibujantes y periodistas fueron mandados a prisión por atacar al gobierno.
En 1861 nace La
Orquesta, uno de los periódicos más importantes gracias a la notable obra de
los caricaturistas entre los que destacan: Constantino Escalante, Santiago
Hernández, José María Villasana, Alejandro Casarín y Jesús T. Alamilla. A pesar
de las constantes interrupciones de esta publicación, logró una permanencia de
dieciséis años. Sus fundadores Carlos Casarín y Constantino Escalante, éste
último considerado el padre de la caricatura mexicana, fue miembro de la
Academia Nocturna de Filosofía, de “vocación masónica”, así como la mayoría de
los que conformaron y participaron en esta publicación. La influencia de los
dibujantes franceses Honoré Daumier y Paul Gavarni dejó huella en la obra no
sólo de Escalante sino de la mayoría de los artistas de esa época. La obra de
Escalante se caracterizó por ser original, moderna, de trazo fuerte y a la vez
sutil en el manejo del claro oscuro; lograba con unas cuantas líneas revelar
las situaciones más ridículas y absurdas.
En un acto de
solidaridad patriótica salieron a la luz algunas publicaciones como El Palo
Ciego y La Madre Celestina, que se unieron en esa lucha contra el invasor.
Santiago Hernández y Alejandro Casarín harán gala de su imaginación para
ridiculizar al enemigo, el pueblo –la mayoría analfabetas– goza y se alía con
ellos mofándose de los franceses. Al final de esta contienda, muchos de los
caricaturistas tienen que huir de la ciudad pues temen a las represalias. El
exilio no impide continuar con las publicaciones de combate y sátira como la
del Pito Real y El Monarca.
Con la llegada del
emperador Maximiliano la libertad de imprenta se torna tan ambigua como su
misma ideología, de ello sacan ventaja los caricaturistas aprovechando los
momentos de apertura. La Orquesta no tardará en valerse de esta oportunidad,
que de un momento a otro termina pues muy a pesar de Maximiliano, los franceses
no sólo censuran sino que castigan con fuertes represalias. La prensa
conservadora como Doña Clara a cargo del general conservador Piña da la batalla
en contra de La Orquesta, y en especial de su caricaturista estrella
Constantino Escalante, conquistando el cierre del periódico.
El Padre Cobos y El
Ahuizote serán los dos diarios que denunciarán y reprocharán
la ineptitud de Lerdo, lo que contribuyen
su desprestigio y por tanto a su caída. Trabajaron caricaturistas de
notable talento como José María Villasana y Jesús T. Alamilla. Algunos de estos
caricaturistas dejan el lápiz litográfico por la plumilla logrando mayor
rapidez y espontaneidad, de igual manera pasan de la estética romántica para
adentrarse en las nueva visión positivista
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